Durant els segles XVIII i XIX, com en certa manera ara, funcionava allò dels "esperits dels pobles", la manera de ser dels habitants de cada territori. I els valencians, com a poble i com a territori històric, varen ser definits en el seu esperit col·lectiu pels diferents viatgers i comentaristes que passaren per les nostres terres. Potser hi hagen anteriors visions paregudes, però m'ha sobtat trobar la que va donar Alexandre Laborde a començaments del segle XIX al seu Itinerario descriptivo de las provincias de España (1826, 2ª edició augmentada de la traducció castellana; original francés de 1820).
Hi esmenta una sèrie de trets que ens han acompanyat fins a l'actualitat com a tòpics generalitzats. Però el que és més curiós és que les característiques atorgades per Laborde a la resta de pobles d'Espanya (en sentit geogràfic) no s'han mantingut, amb excepció de les del poble català, com ja explicaré en un post posterior. Pel que fa als habitants de la ciutat de València, Laborde els fa alegres, meninfots, malgastadors, festius i dansadors. Una llàstima que l'avançament en ciències, una altre dels trets atribuïts llavors, no s'haja mantingut com un dels nostres trets definitoris...:
Valencia es una ciudad agradable, habitada por una nobleza opulenta, por un gran número de negociantes ricos, un pueblo activo e industrioso, y un clero morigerado [...] Las calles están aseadas, las casas son agradables, y los semblantes risueños. Los valencianos generalmente son muy vivos, ingeniosos y aplicados, y viven alegres y contentos aun en la pobreza; son bastante frugales, y no muy dados al vino ni a los licores: ordinariamente se les acusa de volubilidad y ligereza, y asimismo de una imaginación ardiente, muy veloz y algo fugaz, y aun por eso se dice, que son a propósito para las buenas letras y las nobles artes. A la verdad parece que su imaginación debe estar siempre exaltada y en estado placentero, pues que sus sentidos reciben continuamente sensaciones halagüeñas, estando rodeados de una infinidad de objetos agradables que representan a la naturaleza reproduciéndose sin cesar, ademas del influjo físico que deberá tener sobre su temperamento, el benigno clima en que habitan.
Sin embargo esta ligereza tan decantada [...] no ha impedido que los valencianos de los últimos siglos hayan sido los españoles que más progresos han hecho en las ciencias [...] Si tales milagros sabe hacer la ligereza de estos naturales, ojalá todas las provincias de España participasen de este carácter.
Son los valencianos afables y muy atentos con los extrangeros, francos y gastadores en demasía en objetos de piedad o de placer; lo cual acarrea grandes perjuicios, singularmente a los artesanos, de los cuales aun los que están atenidos a su jornal diario, suelen gastar el domingo cuanto ahorraron en la semana anterior.
Las mugeres son hermosas, su talle alto, sus ojos grandes y rasgados, y su cutis mas blanco que en el resto de España; no hay clase de ellas que no use de lujo extremado en los vestidos; sus telas son escogidas, cortadas con elegancia y gusto; adornan con flores y plumas sus cabezas, y tienen un carácter jovial, que hace muy amable su compañía [...]
Este pueblo es extraordinariamente aficionado a fiestas y regocijos públicos, y en ellos muestra un ingenio e invención particular, singularmente en las iluminaciones de las grandes fachadas [...] Empéñanse también en grandes partidos de pelota, a que son en gran manera aficionados. Lo restante del dia lo llevan los bailes al son del tamboril y dulzaina, género de instrumento árabe y peculiar de este reino, que necesita grandes pulmones, con el cual a pesar de su dureza egecutan algunos lo que el más diestro profesor con el más afinado clarinete.