dilluns, 20 de novembre del 2006

A sang i foc


En 1725 Vicente Bacallar y Sanna, marqués de San Felipe, fidel partidari de Felip de Borbó durant la guerra de Successió a la corona espanyola (1702-1712) , escrivia açò:

En el [reino] de Valencia todo se redujo a la obediencia del Rey, menos Alcira, Játiva y Alcoy. Comunicábanse por el puente del Júcar las tropas de Berwick con las del caballero de Asfelt, que sitiaba a Játiva, que estaba presidiada de ingleses. Hacía la empresa difícil el estar sus moradores pertinaces aún, después de alojados los franceses en la brecha del muro y haber tomado los baluartes de los lados. Daba la rabia valor a los de adentro, y, obstinados, se dejaron dar el asalto sin escuchar proposiciones de perdón, porque clamaban absolutamente que sólo querían morir. Enfurecido el soldado, y vencida la brecha, no dio cuartel ni a niños ni a mujeres, aunque a éstas las exceptuó la piedad de Asfelt. No se puede describir más lastimoso teatro; buscaban la muerte los vencidos y rogaban los matasen; ellos y los vencedores aplicaban fuego a las casas; aquéllos por desesperación cruel, y éstos por ira; exhortábanse recíprocamente a morir, creyéndose más felices acabando que sirviendo al Rey que aborrecían.

No se pudo discernir quién con mayor tesón aplicaba fuego, si los propios moradores o los soldados; no se perdonó ni aun a los templos; pocos sacerdotes escaparon; mujeres, pocas, y hombres, ninguno. Nada quedó de Játiva, ni aun el nombre, porque en su reparación el Rey mandó llamarla San Felipe; ochocientos ingleses quedaron prisioneros.

Poco menor estrago padecieron Alcoy y Alcira; tiene horror la pluma en escribir de tanta sangre derramada. Rindióla la fuerza, y no se les daba cuartel a los vencidos, porque Asfelt lisonjeaba con la sangre su genio duro y cruel. Desarmó a Valencia y a todo el reino; prohibiéronsele con tanto rigor las armas, que un solo cuchillo llevó centenares de hombres al suplicio. No puede haber hombre más exacto en hacerse obedecer; aun con haber sido tan grande el delito, ya el rigor de Asfelt padecía excesos, porque había puesto su delicia en derramar humana sangre.

Así era feo escarnio de la suerte el reino fértil y hermoso de Valencia, que no guardaban los vencedores para el Rey; sí sólo le destinaron para mísero despojo de su codicia, porque igualmente franceses y españoles cometieron tantas tiranías, robos, extorsiones e injusticias, que pudiéramos formar un libro entero de las vejaciones que Valencia padeció, sin tener noticia alguna de ellas el Rey, porque a los vencidos no se les permitía ni el alivio de la queja. De compasión callamos los nombres de los que injustamente defraudaron sus riquezas a aquel reino, y no nos atrevemos a decir la suma de dinero que se sacó de él, por no aventurar nuestro crédito. Nada sirvió para el Rey; mancharon sus manos los que las habían gloriosamente ilustrado con la espada.


Encara sort que qui escrivia la història era un dels vencedors